Ríos voladores que llevan agua a tres países andinos

Los bosques Wampís brindan agua a tres países andinos, pero se encuentran en peligro. Urge encontrar mecanismos financieros para asegurar sus servicios ambientales.

Un pueblo originario con visión de futuro. Así son los Wampís, un conjunto de 85 comunidades indígenas con más de 7 mil años de antigüedad, que protegen el bosque tropical más grande del mundo. Tras décadas de intensa lucha por la defensa del territorio, hoy lideran una poderosa iniciativa para enfrentar la crisis hídrica.

La Nación Wampís se encuentra en la zona nor oriental de la Amazonía peruana, entre Amazonas y Loreto, muy cerca de la frontera con Ecuador. Los Cerros del Kampankis dividen el territorio en dos: hacia el oeste, cobra vida el Río Santiago (Kanus), mientras que al este transcurre el Morona (Kankaim). Ambos son afluentes del emblemático río Marañón, que conecta los Andes con la Amazonía. Está división no ha sido obstáculo para que mantengan vivos sus vínculos desde hace miles de años, ni para que se conviertan en uno de los pueblos indígenas más activos en la lucha climática y ambiental.

Ríos voladores: del mito a la realidad

Los bosques Wampís se extienden por más de 1.3 millones de hectáreas del territorio peruano, pero generan agua para varios países vecinos, gracias a sus ríos voladores. Este fenómeno, estudiado por el científico brasilero Antonio Nobre, se da cuando las nubes amazónicas son empujadas por los vientos hacia otras zonas del continente, manteniendo un ciclo hidrológico vital para la agricultura. Las investigaciones se realizaron para Forest Trends y el Gobierno Wampís, en el marco de la Iniciativa de Apoyo a las áreas y territorios conservados por pueblos indígenas y comunidades locales (TICCA).

Los ríos voladores se producen por la magnitud de evaporación y transpiración de los bosques. Según Nobre, un árbol frondoso transpira en promedio 1,000 litros de agua diariamente. Por ello, las estimaciones del biólogo Jorge Gálvez Roeder señalan que los bosques Wampís podrían tener una evapotranspiración de hasta 34,5 mil millones de litros de agua al día, beneficiando a Colombia, Ecuador y Perú.

“Los ríos voladores no son mitos, son reales. También se les puede llamar técnicamente como evapotranspiración o ciclo del agua”, comenta Elio Nawech.

Elio nació hace 29 años en la Comunidad Nativa Villa Gonzalo. Estudió Ingeniería Agrónoma en la Universidad Nacional Toribio Rodríguez de Mendoza en Amazonas. Es de los pocos miembros de la comunidad que pudo acceder a educación superior y lleva con orgullo la memoria de sus ancestros.

«Acá tenemos bosques inmensos que nuestros antepasados nos dejaron como herencia. Gracias a ellos tenemos agua, aire puro, flora y fauna, de todo», recalca.

En su sueño por conservar aquellos bosques, la realidad lo golpea duramente. Cuando inició la pandemia, perdió su empleo de asistente técnico en una institución pública local y se le hizo muy difícil volver a encontrar trabajo. Ahora da clases en la escuela de Villa Gonzalo. Pero, a diferencia de él, muchos otros jóvenes se ven obligados a migrar o, lo que es peor, caer en las redes de la tala ilegal. Así, la pobreza y la deforestación van creciendo a la par. 

Lo que sufren los bosques

«Nosotros venidos luchando porque nuestro territorio permanezca sin contaminación, para que nuestro bosque siga existiendo para las próximas generaciones». Teófilo Kukush, Pamuk del GTANW.

Teófilo Kukush ha dedicado su vida a proteger los bosques. Por eso, fue elegido máximo representante del Gobierno Territorial Autónomo de la Nación Wampís (GTANW) desde el 2021 hasta 2026. En su natal Morona, en Loreto, lo esperan su esposa y sus cuatro hijas, mientras él viaja por las comunidades ejerciendo sus funciones. 

Conservar los bosques no es tarea fácil. A diario se enfrenta a madereros ilegales que depredan árboles de cedro, caoba, tornillo y otras especies. Esto causa la extinción de especies de flora y fauna, debilita suelos, altera el ciclo hidrológico y libera grandes cantidades de CO2 que intensifican el calentamiento global. Los ríos tampoco están a salvo. La minería ilegal que usa mercurio, cianuro y otros químicos daña la salud, extermina bosques y contamina ecosistemas ribereños. La expansión de áreas agrícolas, para monocultivos o agricultura de subsistencia, también causa pérdida de bosques y degradación.

Por si eso fuera poco, los derrames de petróleo tienen efectos devastadores en el ecosistema. En 2018, la Comunidad Nativa Mayuriaga, ubicada cerca al río del mismo nombre, sufrió el derrame de 8 mil barriles de crudo. La tragedia que cambió la vida de Mayuriaga es narrada en un informe del Instituto de Defensa Legal (IDL). Pero no es el único caso. En el Lote 64, situado en la zona del Pastaza y del Morona, las tensiones continúan por el rechazo al oro negro.

«Queremos que los niños crezcan con la idea de conservar nuestros bosques y nuestros ríos. Hay muchas empresas que vienen a ofrecer dinero, pero nosotros no necesitamos eso, somos felices así», señala Teófilo.

Estos problemas, los han llevado a declararse en Estado de Emergencia esperando la pronta acción de la Defensoría del Pueblo, el Ministerio Público y otros organismos competentes.

La cuenca amazónica ya ha perdido cerca del 17% de su superficie boscosa, de acuerdo con Yale School of the Environment. Y en Perú, en los últimos 20 años, se han perdido 2.6 millones de hectáreas de bosques, según el portal Geobosques del Ministerio del Ambiente (MINAM).

Aunque las cifras incrementaron en el año más crítico de la pandemia (2020), los bosques ubicados en territorios indígenas han demostrado estar en mejor estado de conservación, en comparación con otros tipos de bosque (FAO & FILAC, 2021). Por eso, urgen soluciones innovadoras para asegurar sus servicios ambientales.

Territorios de vida, un legado para el mundo

Los Wampís buscan alcanzar el Tarimaj Pujut o vida digna en armonía con la naturaleza. Aunque son un pueblo sumamente antiguo, su cosmovisión recorre el imaginario de sus más de 15 mil integrantes. En sus cantos y leyendas es común encontrar menciones a seres míticos como Nunka, Entsa y Nunkiu, que representan la tierra, el agua y el subsuelo. Nayaim, en el cielo, es hogar de sol, (Etsa), la luna (Nantu), las estrellas (Yaa) y otros seres interconectados con poder espiritual.

Su visión de buen vivir es un legado para el mundo. La lideresa Anita Sewempe, de 63 años, revela que mantienen contacto con otros pueblos indígenas con los que comparten un pasado de resistencia a la colonización. 

«En los ríos Morona y Santiago, Wampís y Awajún luchamos juntos en defensa del territorio», señala con el puño en alto.

En 2015, los Wampís, basándose en el Convenio 169 de la OIT, lograron constituirse como una nación autónoma fundando el GTANW. En el Pacto socio-político que suscribieron meses después exponen sus principios de gestión territorial. “Nuestro sueño es conservar a perpetuidad nuestros bosques para todas las generaciones. Aunque no nos reconozcan como autónomos, vamos a seguir luchando”, puntualiza Teófilo con la voz enérgica que lo caracteriza. 

Su lucha traspasa fronteras porque ayuda a conservar servicios ambientales globales desde territorios de vida locales. Este concepto, conocido también como TICCA, busca reconocer, fortalecer y proteger a los pueblos indígenas y naciones originarias del mundo.

En septiembre de 2021, luego de un proceso participativo y de autofortalecimiento, los Wampís concretaron su inscripción en el Registro TICCA y en la Base de Datos Mundial sobre Áreas Protegidas del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA). Ambos constituyen avances en el reconocimiento de los territorios que manejan y permiten valorar el rol protagónico de los pueblos originarios para alcanzar una vida plena con justicia social, memoria y dignidad. 

«Vamos a seguir trabajando con TICCA porque nos ayuda a defender nuestros derechos a nivel mundial», afirma el Pamuk Kukush.

La Iniciativa TICCA se despliega en 26 países, contribuyendo a la protección de los territorios indígenas. Es implementada por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), a través del Programa de Pequeñas Donaciones del GEF (PPD) y cuenta con el respaldo del Ministerio del Ambiente (MINAM). Otras diez comunidades nativas de la selva peruana son apoyadas por la iniciativa que funciona con los fondos del Ministerio Federal de Medio Ambiente, Protección de la Naturaleza, Obras Públicas y Seguridad Nuclear (BMUB) de Alemania.

Financiar la conservación

Los bosques que conservan los Wampís garantizan la seguridad hídrica a regiones con riesgo de sequía. Además, su masa boscosa almacena 522 millones de toneladas de carbono, que contribuyen a la mitigación del cambio climático. Pero eso no es todo. Sus bosques capturan 57 millones de toneladas de carbono por año y aportan a la meta nacional de reducción de emisiones al 2030. Estas cifras se basan en estudios realizados por el GTANW, presentados en la Ambición y Estrategia Climática del Gobierno Wampís (2020).

Los ríos voladores necesitan seguir existiendo para garantizar agua para el consumo, para las actividades agrícolas, y para mantener con vida zonas que, de otro modo, pasarían a un proceso de desertificación. Por eso, es clave que los Wampís cuenten con financiamiento para seguir conservando los bosques y fortaleciendo economías indígenas basadas en la naturaleza. 

Teófilo lo explica así: «Creemos que los bonos de carbono o los fondos ambientales se pueden transferir a los gobiernos autónomos para que hagamos proyectos sostenibles y nos beneficiemos directamente».

Los árboles amazónicos protegen la biodiversidad endémica y fortalecen la resiliencia climática. Los ríos voladores tienen el potencial de generar recursos financieros que aseguren la conservación de los bosques y mejoren los ingresos en forma sostenible, aliviando también la pobreza”, señala Manuel Mavila, coordinador nacional del Programa de Pequeñas del GEF (PPD).

Si tomamos en cuenta que casi 60% del territorio peruano es amazónico y registra, al menos, 51 pueblos indígenas, los beneficios de los ríos voladores podrían multiplicarse increíblemente. Incorporarlos a los Mecanismos de Retribución por Servicios Ecosistémicos (MERESE) que ya están en marcha en Perú, es una alternativa. La Ambición y Estrategia Climática GTANW  plantea otros caminos posibles. 

Proteger la tierra de los ríos voladores

En la tierra de los ríos voladores el sol demora en ocultarse. Los niños juegan futbol en los atardeceres mientras los altoparlantes emiten la programación de la radio local. Al mismo tiempo, silenciosamente, sus bosques continúan asegurando agua para esta parte del mundo.

Desde el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y el Programa de Pequeñas Donaciones del GEF (PPD) se continúa apoyando a la nación Wampís a conservar sus ríos voladores y sus servicios ecosistémicos. 

Texto: Milagros León / PPD Perú // Fotos: Nuria Angeles, Jair Granda / PNUD Perú

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