Con apoyo de la Iniciativa TICCA, trece pueblos indígenas amazónicos protegen sus territorios de vida, dejando lecciones para enfrentar la crisis planetaria.
Los pueblos indígenas existen desde antes que se establecieran las fronteras que hoy conocemos. Con sus saberes y prácticas ancestrales conservan múltiples formas de vida desde hace miles de años. Sin embargo, son los más vulnerables a la crisis climática y ambiental. Por ello, la Iniciativa de Apoyo a las áreas y territorios conservados por pueblos indígenas y comunidades locales (TICCA) promueve la defensa de los derechos de los pueblos indígenas y sus sistemas de gobernanza, así como su reconocimiento global como protectores de la vida en la tierra.
La Iniciativa TICCA trabaja en 45 países con el financiamiento del Ministerio del Ambiente y Seguridad Nuclear de Alemania (BMU). En Perú, es implementada por el Programa de Pequeñas Donaciones del Fondo para el Medio Ambiente Mundial (PPD), que lidera el Ministerio del Ambiente (MINAM) con la asistencia técnica del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).
Desde 2020, implementa trece proyectos para apoyar a los pueblos indígenas a fortalecer su gobernanza territorial y a recuperarse de la pandemia. En total son dieciséis los pueblos indígenas que forman parte de la iniciativa generando beneficios en 1,947,008 hectáreas de la Amazonía.
Proteger los territorios de vida
Los pueblos indígenas han demostrado mantener formas de vida que ayudan a conservar la diversidad del planeta. TICCA usa el concepto “territorios de vida” para referirse a estas formas de conservación que protegen ecosistemas, especies endémicas, servicios ambientales y derechos de comunidades originarias. Dichos territorios cuentan con sistemas de gobernanza locales basados en la búsqueda del buen vivir y brindan sustento económico a más de 5 millones de personas.
Estas comunidades, colectivamente manejan al menos la mitad de la superficie de la tierra , pero legalmente poseen solo el 10% de ella. En Latinoamérica y el Caribe, gestionan cerca de 380 millones de hectáreas de bosques y en Perú se encuentran en 55,8% del territorio nacional. De acuerdo con FAO y FILAC, su rol como guardianes de la naturaleza va cobrando cada día más importancia pues se ha comprobado que los bosques ubicados en territorios indígenas se encuentran en mejor estado de conservación, en comparación con otros bosques.
Por estas razones los esfuerzos de TICCA en el país se han concentrado en apoyar los procesos de auto fortalecimiento y gobernanza indígena en la Amazonía. Con ello se busca que los pueblos continúen gestionando sus territorios de acuerdo con sus cosmovisiones y que fortalezcan su resiliencia y capacidad de hacer frente a las múltiples presiones que viven por la intensiva extracción de madera, petróleo y minerales, entre otras amenazas.
Así, en 2021, la comunidad Matsés del pueblo indígena del mismo nombre, fue la primera en inscribirse al Registro TICCA del Centro Mundial para el Seguimiento de la Conservación (UNEP-WCMC) de PNUMA, así como a la Base Mundial de Datos sobre Áreas Protegidas (Protected Planet). Ambas son plataformas globales que buscan proporcionar evidencia y datos para promover el reconocimiento de los territorios de vida en el mundo. Con esta incorporación, los Matsés fortalecen su gobernanza y garantizan la conservación de 512,797 hectáreas de bosques en la provincia de Requena, en Loreto.

Desde el nororiente amazónico, en un amplio territorio que abarca Amazonas y Loreto, el Gobierno Territorial Autónomo de la Nación Wampís (GTANW), además de fortalecer sus capacidades de gobernanza, también se incorporó al registro mundial.
Los Wampís llevan más de siete mil años protegiendo 1.3 millones de hectáreas de bosques tropicales. Con su trabajo aportan a las metas nacionales de adaptación y mitigación al cambio climático y garantizan la disponibilidad de agua. Como señala el presidente wampís Teófilo Kukush, la incorporación a la iniciativa refuerza su lucha ya que los ayuda a hacerse más visibles en el panorama internacional. “Venimos luchando porque nuestro territorio permanezca sin contaminación y para que nuestro bosque siga existiendo para las próximas generaciones. Nuestro trabajo le conviene a las demás naciones del mundo”, sostiene.

Así como ellos, otros pueblos indígenas avanzan en el reconocimiento de sus territorios. Desde la provincia de Lamas, en San Martín, la comunidad Yurilamas continúa trabajando en su fortalecimiento y en la gestión forestal en 30,000 hectáreas de bosque que tienen bajo vigilancia y control comunal.
Por otro lado, desde la zona amazónica de Cusco, la comunidad Santa Rosa de Huacaria y el Consejo Harakmbut, Yine y Matsigenka (COHARYMA) desarrollan un modelo de conservación comunitaria y fortalecen su economía local con participación de jóvenes hombres y mujeres.
Desde Madre de Dios, la capital de la biodiversidad peruana, el pueblo Matsigenka se enfoca en gestionar sosteniblemente un territorio que abarca más de 6,500 hectáreas. Así, la comunidad Palotoa Teparo, a través de la Federación Nativa del Río Madre de Dios y Afluentes (FENAMAD), trabajan en la defensa del territorio, fortaleciendo su economía y velando por la seguridad territorial. Las experiencias de estos pueblos originarios demuestran que cuentan con la capacidad de desarrollar estrategias efectivas para enfrentar la crisis planetaria. Estos beneficios se podrían escalar, considerando que cerca del 60% del territorio nacional es amazónico y que cuenta con al menos 51 pueblos indígenas.
“La Iniciativa TICCA es un claro ejemplo de que los pueblos indígenas puedan liderar Otras Medidas Efectivas de Conservación Basadas en Áreas (OMEC), contribuyendo a conservar la biodiversidad y aportando al cumplimiento de los compromisos nacionales del Convenio de Diversidad Biológica”, indica Manuel Mavila, coordinador nacional del PPD Perú.


Reactivar la economía indígena
Desde el año 2020, la Iniciativa TICCA incorporó un componente de reactivación económica para apoyar a comunidades indígenas afectadas por la pandemia a fortalecer su economía y sus sistemas productivos locales. Ante la crisis alimentaria alertada recientemente por la FAO, sus experiencias se convierten en alternativas viables para conservar sistemas alimentarios locales que garanticen la seguridad alimentaria de poblaciones vulnerables.
Desde Madre de Dios, las comunidades nativas Infierno y Palma Real, pertenecientes al pueblo Ese Eja, fueron duramente afectados por la pandemia y vienen desarrollando sistemas de conservación productiva de cacao y castaña. Con agroforestería, sistemas de riego y prácticas de recolección tradicional van reactivando su economía y generando oportunidades de desarrollo en la región.
Gracias a este proceso acompañado técnicamente por Conservación Amazónica – ACCA, la lideresa Isabel Mishaja sabe que sus actividades agrícolas contribuyen a conservar los bosques y le permiten tener suelos más productivos para cultivar sus alimentos. “Ahora sembramos yuca, cacao, palta, junto a plátanos, castaña y caoba. Al crecer juntos, se dan sombra, producen todo el año y ya no necesitamos rozar ni quemar otros terrenos. Así protegemos los bosques”, sostiene.


Por otro lado, en la Reserva Comunal Amarakaeri, ubicada en la misma región, siete comunidades nativas de los pueblos indígenas Harakbut, Yine y Matsiguenga buscan poner en valor su cultura y sabiduría desarrollando estrategias para la conservación y aprovechamiento de plantas medicinales provenientes de sus bosques. También trabajan en equipar un jardín botánico local en siete localidades y en crear paquetes turísticos comunitarios que revaloricen su cultura y sirvan de espacio para la comercialización de los productos que elaboren.

En Ucayali, las comunidades Shipibo-Konibo Buenos Aires y Nuevo Loreto, asentadas en el distrito de Masisea, también se recuperan de la pandemia fortaleciendo sus capacidades técnicas, organizativas y productivas.
Otra forma de contribuir a la seguridad alimentaria es a través de la revaloración de plantas del bosque. Por eso, desde el nororiente amazónico, el pueblo Wampís lidera un proyecto enfocado en rescatar plantas con alto potencial curativo para elaborar productos comestibles y curativos.
Roberto Espinoza, médico de la comunidad sostiene que cuentan con diversas plantas por alto potencial. “Tenemos guacra renaco, wuawaska, renaquilla, mata palo, matico, leche caspi, chiki sanango, sanango, bellaco caspi, guayusa, sangre de grado, uña de gato, muchas plantas que alivian dolores, reumatismo, ulceras y hernias”, señala. Su meta es registrar todas las especies medicinales, conservarlas y ponerlas en valor en hospital natural con apoyo de biólogos locales.
El sabio Wampís tiene claro que para conservar todas estas especies se necesita parar la deforestación. “Cuando el bosque está intacto, nos trata bien. Cuando talan los árboles ya no tenemos oxígeno. Los derrames matan peces y ya no tenemos qué comer. Los animales también se enferman y cuando los comemos nos enfermamos nosotros”, agrega.
Saberes y diálogo intercultural
Los tiempos de crisis requieren de diálogo, consensos y soluciones con enfoque intercultural. Por ello, en los momentos más críticos de la pandemia, la Iniciativa TICCA apoyó a los pueblos indígenas a fortalecer su capacidad de respuesta desde un enfoque intercultural.
Así, en Pasco y Junín, cinco comunidades nativas del pueblo indígena Asháninca en Junín y once comunidades nativas del pueblo Yanesha, fortalecieron sus capacidades de diálogo y comunicación intercultural para responder a la pandemia y evitar el incremento de contagios. Como parte de plan de respuesta rápida distribuyeron kits de higiene familiar para sus integrantes y promovieron el uso de plantas medicinales como mecanismo de prevención.
Desde Loreto, ocho comunidades ubicadas en los ríos bajo Amazonas, alto Napo y Puinahua, a través de la Organización Regional de Pueblos Indígenas del Oriente (ORPIO) trabajaron planes de acción comunitarios para hacer frente a la crisis. Así, se empoderaron en el manejo de temas de salud intercultural, soberanía alimentaria y economía sostenible para continuar defendiendo, conservando y manejando sosteniblemente sus territorios altamente biodiversos.
Si bien la mayoría de los proyectos que apoya la Iniciativa TICCA se encuentran en zonas amazónicas, también incluyó a las comunidades quechuas Puna Ayllu, Cojene – Rotojoni y Huancasayni Cumani, ubicadas en el distrito de Sandia, en Puno. Este proyecto fue acompañado por Wildlife Conservation Society (WCS) y estuvo orientado a poner en valor los conocimientos ancestrales y la agrobiodiversidad local. Como resultado han logrado proteger 1,500 hectáreas de andenes milenarios donde siembran alimentos para la venta y el autoconsumo.


El camino de los TICCA en Perú
Estas son algunas experiencias que lideran los propios pueblos indígenas para conservar sus territorios y tener una vida digna en armonía con la naturaleza. Ante la crisis climática, ambiental y sanitaria que enfrentamos hoy en día, la iniciativa TICCA considera que los pueblos originarios tienen respuestas eficaces para hacer frente a los desafíos del siglo.
En Perú TICCA continuará apoyando el derecho a la libre determinación de los pueblos originarios del mundo, ya que son actores fundamentales para mantener la diversidad biológica y cultural y para la mitigación del cambio climático.
Conoce más de la Iniciativa TICCA en Perú aquí: https://www.ppdperu.org/iniciativa-ticca/